jueves, 7 de abril de 2016

LA MUERTE DE IVÁN ILICH DE LEÓN TOLSTOI



                                            INTRODUCCIÓN

La muerte nos  acompaña desde el momento mismo en que la vida se da y en vez de esconderse de nosotros, camina a nuestro lado, incluso si no queremos verla, pero al final siempre nos recuerda que es lo único que se puede esperar en la vida y el éxito, las amistades o la familia vienen por añadidura, pegadas de un hilo tan frágil como la vida misma.
 La muerte de Iván Ilich nos recuerda esta cruda realidad que la mayoría se niega a aceptar, porque si bien la muerte de alguien cercano es un espacio para refrescar la memoria, pocos sino ninguno cavilan sinceramente sobre la propia y cuando el sueño fatal se acerca inminentemente, su único consuelo es pensar en los buenos viejos tiempos, debido a la incertidumbre de los futuros. Empero, algunos que analizan con claridad su pasado, no solo descubren lo efímero de su felicidad, sino en ocasiones la escasez o inexistencia de esta; que las amistades verdaderas se diluyen con el tiempo, que deja solo algunas no tan acertadas compañías; y la familia que sería el último pilar al cual acudir por un apoyo contundente, muestra también su desdén por lidiar con alguien potencialmente inútil, de cada quien depende el grado de verosimilitud que le da a su teatro de generosidad y en ese punto, un desconocido puede ser quien mayor verdadera compasión sienta por el que (gracias a Dios) ya se va.



ARGUMENTO
La muerte de Iván Ilich es una de las últimas novelas de Tolstoi y en esta se esfuerza por mostrarnos la decadencia de un hombre que siempre tuvo mucho, pero lo quería todo y en su búsqueda se quedó con nada. A pesar de que siempre fue inteligente y con facilidades económicas, término cayendo en una espiral de engaños, hipocresía y profunda soledad.
Desde joven destacó en su familia, fue un buen estudiante y exitoso en cuanto se lo proponía, se casó y tuvo hijos, porque aquello era buen visto por la sociedad y por las personas a las que esperaba tratar como iguales.
Descubrió que en casa no encontraba una felicidad que llenara su vida y la suplantó con trabajo. Así pasaron los años y su ambición no cesaba, siempre quería un poco más, un mejor empleo, una mejor casa, más dinero y en cierta medida todo aquello consiguió, mas en casa era simplemente el encargado del sustento económico, y por eso se determinaba su valor. Pero los “buenos tiempos” no duraron por siempre, la enfermedad llegó y con ella la verdad que él sabía y hasta entonces pasaba por alto, la farsa de la que era parte.
Después de caer de una silla empezó a sentir un dolor en el estómago y una extraña sensación en la boca, que desde entonces no se apartaron de su lado, acudió a muchos reconocidos doctores, pero la solución siempre fue evadir la verdad del problema y lo irreversible de este. Entendió que los profesionales de la salud lo trataban con la misma altivez que él solía usar en el tribunal o con cualquiera que considerara inferior, sintiendo que sabía todo y creyendo que lo podía controlar. Buscó apoyo en su familia, pero comprendió que nunca había construido tal, que su esposa lo odiaba desde años atrás, que su hija mayor lo veía como un estorbo en su perfecta felicidad y que el menor era el único sincero en su aflicción, quizá por su edad. Halló más consuelo en su sirviente campesino, la verdad en sus palabras y un verdadero sentimiento de lástima por su condición, cosa que esperaba de sus “amigos”, quienes lo dejaron solo y simplemente veían la proximidad de su muerte como una oportunidad de ascenso y más dinero para sus bolsillos, cosa que seguramente él también habría pensado si hubiera estado al otro lado de la situación.
Al final de su vida, que fue por cierto corta, después de negarse muchas veces que su existencia había sido una pérdida de tiempo y que la felicidad no lo había abandonado, terminó admitiendo que solo había  realmente conocido ese sentimiento con plenitud en su infancia, mucho antes de hacer cosas para complacer a los demás, de estudiar lo que debía, de dejar su moral de lado, de casarse porque esto sería bien visto, de adular a sus jefes, de humillar a sus súbditos, de comprar para aparentar y de ser un simple vasallo de la sociedad. Cuando aceptó que todo cuanto había hecho lo había llevado a su debacle emocional y que el circo de la sociedad lo había dejado solo ahora que no podía seguir con los malabares para aparentar estabilidad, fue cuando pudo finalmente morir y quienes quedaron, descansar del peso que representaba un inútil, para seguir jugando en la comunidad de lágrimas enmascaradas y risas sin alma.

ANÁLISIS DEL NARRADOR
 Tolstoi nos muestra su visión de la sociedad media-alta, escribiendo una historia In media res que empieza por el funeral de los lutos felices, a sabiendas de que “el muerto es él y no yo” y pueden seguir la parodia, y termina con la muerte del protagonista y su encuentro consigo mismo, desenmascarándose y admitiendo lo vacía que fue su vida perfecta, para internarse definitivamente en el saco del olvido. Llama la atención que la narración empiece con uno de los “amigos allegados” viendo la muerte de Iván como algo lejano, y a la vez dudando de la propia, y que la narración culmine con una persona que creía lo mismo y terminó admitiendo la farsa de la que era parte, mostrándole al lector que lo mismo puede suceder en su vida.
El narrador es de tipo omnisciente extradiegético, pues cuenta la historia desde afuera, muestra lo que realmente sienten los personajes y cómo suceden los hechos, lo que se puede ejemplificar aquí:
“Los íntimos, los titulados amigos de Iván Ilich pensaban, además, que se verían obligados a cumplir fastidiosísimos deberes de conveniencia: asistir a la misa de réquiem, hacer una visita de pésame a la viuda, etcétera, etcétera.”


DESCRIPCIÓN DEL PERSONAJE PRINCIPAL
Iván Ilich Golovin fue un abogado ruso, desde chico mostró cierta inclinación hacia la vida cómoda y en la aristocracia, a medida que fue estudiando y progresando su ambición también. De carácter firme, adulador,trabajador, listo  pero al final termino siendo un títere de su esposa dándole todo y sin recibir nada más que reproches por no ser mejor; siempre intento aparentar más de lo que tenía y demostrar que su vida y estrato eran “Como debía ser” según la sociedad y su familia.
Ilich es el modelo  del individualismo de las personas que sólo por el deseo de triunfar en la sociedad viven en un espejismo, aunque era el más brillante de su familia,su autoritarismo  lo llevó a relacionarse con personas falaces a los que considero amigos, pero que nunca fueron tal y en el momento en que más los necesitaba no estuvieron a su lado. Procuraba adular a sus jefes, solo con la intención de obtener beneficios personales, mientras se esforzaba por demostrarle a sus súbditos su cargo superior y la capacidad que tenia de removerlos de sus empleos,  si así se lo propusiera.Como todos en este mundo, no estaba preparado para la muerte (aunque esto es lo único que tenemos seguro todos los seres humanos) y no se hacía a la idea de qué le estaba sucediendo.


REFLEXIÓN DE LA VIDA Y LA MUERTE

Teniendo en cuenta la  forma como Iván Ilich pasó su tiempo en este mundo y que mientras esperaba la muerte en su desolado lecho hizo un examen de conciencia sobre lo que acaeció en su vida, en su esfuerzo por ser condescendiente con sus “superiores” olvidó por completo sus propias consideraciones y creó una vida según las especificaciones de los demás, para darse cuenta en sus últimas horas que nunca hizo algo por su voluntad. Él simplemente no vivió. Su existencia se limitó a acatar órdenes y la muerte se lo recuerda, su ambición le dio una casa pero no un hogar, una familia pero no amor y unos amigos tan falsos como él lo fue, su “commeit fault” (como debe ser) nunca existió. Recuerda que vivió realmente en su infancia y finalizada esta, también su vida, murió silenciosamente durante años, mientras irónicamente “crecía” como profesional y finalmente la enfermedad le mostró la realidad, su profunda soledad fue la única compañera en la debacle de  su cuerpo, que lo condujo a la de su espíritu.
Vale la pena recordar que la vida no lo dejó ir, hasta que él no aceptó que cuanto había hecho no le sirvió en su lecho mortuorio como apoyo, a pesar de los indescriptibles dolores que lo aquejaban pensó por algún tiempo en luchar, pero una vez entendió lo vana que fue su existencia y la forma como pasando los años se sumergió en el fango de la hipocresía que ahora lo ahogaba, pudo finalmente abrazar la muerte y terminar su tortura.


CONCLUSIÓN

Como diría Mario Benedetti:
"La muerte es una tediosa experiencia para los demás; sobre todo para los demás”
Sentir cerca el óbito se convierte en un enjuto de sentimientos: primero llega la negación," no me puede pasar a mí"; la frustración "¿por qué a mi?";y la reflexión "La muerte siempre llega".
De todas, la primera es la peor, pues representa para el protagonista la vana esperanza de que puede salvar su vida. La segunda muestra la necesidad humana de querer vivir más, pues nunca es suficiente. Y la última que conlleva un profundo análisis de su vida, concluyendo lo infructuoso de su existencia, para dar a conocer al lector la imperiosa necesidad de cumplir con sus objetivos, más los inmateriales que los utilitarios.

Según Francesco Alberoni:
"Los amigos falsos son como las sombras: solo nos siguen cuando brilla el sol"
Lastimosamente estos fueron los únicos que Iván conoció, porque los verdaderos no son fáciles de encontrar, menos en aquella sociedad aristocrática. Guerasin, campesino que trabajaba en la casa de Ilich fue el único que le brindó una verdadera amistad, después de que todos le dieran la espalda, demostrando que un desconocido puede ser más compasivo que su propia familia.

Esta novela requiere de un autoanálisis por parte del lector, para poder comprenderla y mirar retrospectivamente su valor moral.  La vida es demasiado corta para estar queriendo solamente complacer a la sociedad sin pensar en sí mismo, como dijo el escritor Hans Andersen:

“Disfruta la vida, hay mucho tiempo para estar muerto"