INTRODUCCIÓN
La muerte nos acompaña desde el momento mismo en que la
vida se da y en vez de esconderse de nosotros, camina a nuestro lado, incluso
si no queremos verla, pero al final siempre nos recuerda que es lo único que se
puede esperar en la vida y el éxito, las amistades o la familia vienen por
añadidura, pegadas de un hilo tan frágil como la vida misma.
La muerte de Iván Ilich nos recuerda esta
cruda realidad que la mayoría se niega a aceptar, porque si bien la muerte de
alguien cercano es un espacio para refrescar la memoria, pocos sino ninguno cavilan
sinceramente sobre la propia y cuando el sueño fatal se acerca inminentemente,
su único consuelo es pensar en los buenos viejos tiempos, debido a la incertidumbre
de los futuros. Empero, algunos que analizan con claridad su pasado, no solo
descubren lo efímero de su felicidad, sino en ocasiones la escasez o
inexistencia de esta; que las amistades verdaderas se diluyen con el tiempo,
que deja solo algunas no tan acertadas compañías; y la familia que sería el
último pilar al cual acudir por un apoyo contundente, muestra también su desdén
por lidiar con alguien potencialmente inútil, de cada quien depende el grado de
verosimilitud que le da a su teatro de generosidad y en ese punto, un
desconocido puede ser quien mayor verdadera compasión sienta por el que
(gracias a Dios) ya se va.
ARGUMENTO
La muerte de Iván
Ilich es una de las últimas novelas de Tolstoi y en esta se esfuerza por
mostrarnos la decadencia de un hombre que siempre tuvo mucho, pero lo quería
todo y en su búsqueda se quedó con nada. A pesar de que siempre fue inteligente
y con facilidades económicas, término cayendo en una espiral de engaños,
hipocresía y profunda soledad.
Desde joven destacó
en su familia, fue un buen estudiante y exitoso en cuanto se lo proponía, se
casó y tuvo hijos, porque aquello era buen visto por la sociedad y por las
personas a las que esperaba tratar como iguales.
Descubrió que en
casa no encontraba una felicidad que llenara su vida y la suplantó con trabajo.
Así pasaron los años y su ambición no cesaba, siempre quería un poco más, un
mejor empleo, una mejor casa, más dinero y en cierta medida todo aquello
consiguió, mas en casa era simplemente el encargado del sustento económico, y
por eso se determinaba su valor. Pero los “buenos tiempos” no duraron por
siempre, la enfermedad llegó y con ella la verdad que él sabía y hasta entonces
pasaba por alto, la farsa de la que era parte.
Después de caer de
una silla empezó a sentir un dolor en el estómago y una extraña sensación en la
boca, que desde entonces no se apartaron de su lado, acudió a muchos
reconocidos doctores, pero la solución siempre fue evadir la verdad del
problema y lo irreversible de este. Entendió que los profesionales de la salud
lo trataban con la misma altivez que él solía usar en el tribunal o con
cualquiera que considerara inferior, sintiendo que sabía todo y creyendo que lo
podía controlar. Buscó apoyo en su familia, pero comprendió que nunca había
construido tal, que su esposa lo odiaba desde años atrás, que su hija mayor lo
veía como un estorbo en su perfecta felicidad y que el menor era el único
sincero en su aflicción, quizá por su edad. Halló más consuelo en su sirviente
campesino, la verdad en sus palabras y un verdadero sentimiento de lástima por
su condición, cosa que esperaba de sus “amigos”, quienes lo dejaron solo y
simplemente veían la proximidad de su muerte como una oportunidad de ascenso y
más dinero para sus bolsillos, cosa que seguramente él también habría pensado
si hubiera estado al otro lado de la situación.
Al final de su vida,
que fue por cierto corta, después de negarse muchas veces que su existencia
había sido una pérdida de tiempo y que la felicidad no lo había abandonado,
terminó admitiendo que solo había
realmente conocido ese sentimiento con plenitud en su infancia, mucho
antes de hacer cosas para complacer a los demás, de estudiar lo que debía, de
dejar su moral de lado, de casarse porque esto sería bien visto, de adular a
sus jefes, de humillar a sus súbditos, de comprar para aparentar y de ser un
simple vasallo de la sociedad. Cuando aceptó que todo cuanto había hecho lo
había llevado a su debacle emocional y que el circo de la sociedad lo había
dejado solo ahora que no podía seguir con los malabares para aparentar
estabilidad, fue cuando pudo finalmente morir y quienes quedaron, descansar del
peso que representaba un inútil, para seguir jugando en la comunidad de
lágrimas enmascaradas y risas sin alma.
ANÁLISIS DEL
NARRADOR
Tolstoi nos muestra su visión de la sociedad
media-alta, escribiendo una historia In media res que empieza por el funeral de
los lutos felices, a sabiendas de que “el
muerto es él y no yo” y pueden seguir la parodia, y termina con la muerte
del protagonista y su encuentro consigo mismo, desenmascarándose y admitiendo
lo vacía que fue su vida perfecta, para internarse definitivamente en el saco
del olvido. Llama la atención que la narración empiece con uno de los “amigos
allegados” viendo la muerte de Iván como algo lejano, y a la vez dudando de la
propia, y que la narración culmine con una persona que creía lo mismo y terminó
admitiendo la farsa de la que era parte, mostrándole al lector que lo mismo
puede suceder en su vida.
El narrador es de tipo
omnisciente extradiegético, pues cuenta la historia desde afuera, muestra lo
que realmente sienten los personajes y cómo suceden los hechos, lo que se puede
ejemplificar aquí:
“Los íntimos, los titulados amigos de Iván
Ilich pensaban, además, que se verían obligados a cumplir fastidiosísimos
deberes de conveniencia: asistir a la misa de réquiem, hacer una visita de
pésame a la viuda, etcétera, etcétera.”
DESCRIPCIÓN DEL PERSONAJE PRINCIPAL
Iván
Ilich Golovin fue un abogado ruso, desde chico mostró cierta inclinación hacia
la vida cómoda y en la aristocracia, a medida que fue estudiando y progresando
su ambición también. De carácter firme, adulador,trabajador, listo pero al final termino siendo un títere de su
esposa dándole todo y sin recibir nada más que reproches por no ser mejor;
siempre intento aparentar más de lo que tenía y demostrar que su vida y estrato
eran “Como debía ser” según la sociedad y su familia.
Ilich es el modelo del individualismo de las personas que sólo
por el deseo de triunfar en la sociedad viven en un espejismo, aunque era el
más brillante de su familia,su autoritarismo
lo llevó a relacionarse con personas falaces a los que considero amigos,
pero que nunca fueron tal y en el momento en que más los necesitaba no
estuvieron a su lado. Procuraba adular a sus jefes, solo con la intención de
obtener beneficios personales, mientras se esforzaba por demostrarle a sus
súbditos su cargo superior y la capacidad que tenia de removerlos de sus
empleos, si así se lo propusiera.Como
todos en este mundo, no estaba preparado para la muerte (aunque esto es lo
único que tenemos seguro todos los seres humanos) y no se hacía a la idea de
qué le estaba sucediendo.
REFLEXIÓN DE LA VIDA Y LA MUERTE
Teniendo en cuenta
la forma como Iván Ilich pasó su tiempo
en este mundo y que mientras esperaba la muerte en su desolado lecho hizo un
examen de conciencia sobre lo que acaeció en su vida, en su esfuerzo por ser condescendiente
con sus “superiores” olvidó por completo sus propias consideraciones y creó una
vida según las especificaciones de los demás, para darse cuenta en sus últimas
horas que nunca hizo algo por su voluntad. Él simplemente no vivió. Su
existencia se limitó a acatar órdenes y la muerte se lo recuerda, su ambición
le dio una casa pero no un hogar, una familia pero no amor y unos amigos tan
falsos como él lo fue, su “commeit fault”
(como debe ser) nunca existió. Recuerda que vivió realmente en su infancia
y finalizada esta, también su vida, murió silenciosamente durante años,
mientras irónicamente “crecía” como profesional y finalmente la enfermedad le
mostró la realidad, su profunda soledad fue la única compañera en la debacle
de su cuerpo, que lo condujo a la de su
espíritu.
Vale la pena
recordar que la vida no lo dejó ir, hasta que él no aceptó que cuanto había
hecho no le sirvió en su lecho mortuorio como apoyo, a pesar de los
indescriptibles dolores que lo aquejaban pensó por algún tiempo en luchar, pero
una vez entendió lo vana que fue su existencia y la forma como pasando los años
se sumergió en el fango de la hipocresía que ahora lo ahogaba, pudo finalmente
abrazar la muerte y terminar su tortura.
CONCLUSIÓN
Como
diría Mario Benedetti:
"La
muerte es una tediosa experiencia para los demás; sobre todo para los demás”
Sentir
cerca el óbito se convierte en un enjuto de sentimientos: primero llega la
negación," no me puede pasar a mí"; la frustración "¿por qué a
mi?";y la reflexión "La muerte siempre llega".
De
todas, la primera es la peor, pues representa para el protagonista la vana esperanza
de que puede salvar su vida. La segunda muestra la necesidad humana de querer
vivir más, pues nunca es suficiente. Y la última que conlleva un profundo
análisis de su vida, concluyendo lo infructuoso de su existencia, para dar a
conocer al lector la imperiosa necesidad de cumplir con sus objetivos, más los
inmateriales que los utilitarios.
Según Francesco
Alberoni:
"Los
amigos falsos son como las sombras: solo nos siguen cuando brilla el sol"
Lastimosamente
estos fueron los únicos que Iván conoció, porque los verdaderos no son fáciles
de encontrar, menos en aquella sociedad aristocrática. Guerasin, campesino que
trabajaba en la casa de Ilich fue el único que le brindó una verdadera amistad,
después de que todos le dieran la espalda, demostrando que un desconocido puede
ser más compasivo que su propia familia.
Esta novela requiere de un autoanálisis por parte
del lector, para poder comprenderla y mirar retrospectivamente su valor
moral. La vida es demasiado corta para estar
queriendo solamente complacer a la sociedad sin pensar en sí mismo, como dijo el
escritor Hans Andersen:
“Disfruta
la vida, hay mucho tiempo para estar muerto"